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quarta-feira, 23 de julho de 2014

Pasajera en tránsito


por marian pessah

Voy a empezar hablando de mí. No por ego, sino porque creo que este es un tema desde el cual una piensa y se piensa desde dentro.
Durante 10 años mantuve una relación abierta con mi compañera Clarisse. Recientemente tomamos la decisión – nada fácil – de separarnos. El objetivo es diferenciar nuestro amor profundo del lado pareja, y seguimos viviendo juntas. Como nunca tuvimos una relación convencional, era esperable que la separación tampoco lo fuera.
Por un tiempito, yo estuve relacionándome con una chica “normativa”, pero ella no consiguió entender que siguiéramos viviendo bajo el mismo techo con Clarisse y le quemaba la cabeza. A veces, a pesar de ser muy conscientes, nos enamoramos de personas nada que ver. Y eso me pasó a mí. La voz de ella empezó a ser como un zumbido social en mis oídos. Los policías y cuidadores del sistema se manifestaban a través suyo. Cuánta gente hay que se “enamora” de nuestras alas y llegan a la 2ª cita con sus manos de tijeras, pretendiendo cambiarlo todo. Y una, abobada, va dejando pasar cosas. Hay personas que desean ser diferentes, pero su necesidad de entrar en las normas es tan fuerte, que acaban convirtiéndose en infiltradas. Una frase que aparece en Facebook, de Simone de Beauvoir, lo ilustra perfecto:”El opresor no sería tan fuerte si no tuviese cómplices entre lxs propixs oprimidxs”.
Quiero entender lo que nos sucede a las mujeres con el amor, porque fuimos educadas para eso, para amar, porque si no, somos unas mal amadas, como dice uno de los tantos insultos con los que nos propina la sociedad normativa. Voy a intentar, en este poco espacio, ver cómo funciona por dentro, así podemos desarmarlo mejor.

El proceso de la mala educación

La hétero-sociedad  capitalista y monogámica inventa el amor romántico y asusta con el  miedo, a las mujeres, de quedarse solas – entre otras cuantas formas de control - y nos lo va inculcando a través de músicas, lenguajes, literatura, cuentos de hadas, películas, etc. Veamos algunos ejemplos: la canción “Minha namorada” compuesta por Vinicius de Moraes y Carlos Lyra, en la cual el  hombre le dice a la mujer que para ser su novia tiene que hacer un juramento, el de tener un único pensamiento, el de ser suya hasta morir. ¡SUYA! ¡Observen el nivel de propiedad privada emocional! En una frase ya tenemos el casa-miento perfecto de la heterosexualidad y la monogamia. Continúa pidiéndole que no pierda esa forma de hablar despacito y hacerle mucho cariño y llorar mansamente sin que nadie sepa por qué. O sea, mujer tiene que ser “femenina” - lo que implica sensible entre otras “cualidades” - y obedecer las necesidades de su propietario. Si esto es dicho por un poeta contemporáneo, cosmopolita  y de izquierda, ¿qué nos espera del enemigo? Ahora observen la internacionalidad del lenguaje patriarcal. En hebreo, la palabra marido también significa dueño. Así como en español, esposa tiene dos acepciones, la de mujer de y las que usa la policía para prender a los maleantes. Entiéndase por ello que unos custodios del sistema prenden a los malhechores, y otros, bajo el régimen héteropatriarcal, desean cas(z)ar a las mujeres. Muy metafórico ese juego de palabras que aprisionan.
Podríamos continuar hablando de los cuentos de hadas, ¡hay tantos! ¿Por dónde empezar? Por decir que a tan temprana edad ya nos meten en la cabeza que por ser mujeres somos diferentes, que vamos a tener que volver temprano porque a media noche  toda la fantasía se desarma, o sea, la vida es un teatro. Se pierde un zapato, cuando no se transforma un zapallo, y hay que esperar, pasivamente, que venga el susodicho, puerta por puerta, a ver quién es la merecedora del príncipe. Léase aquí: ¡Mujeres! ¡Compitan por un macho! Y va a ganar la que tenga el pie más chiquito ¡¿Pie?! Miremos la sumisión ahí implícita. Sabemos que cuanto menor es nuestra base, menor será el equilibrio, la mujer se puede caer, ergo, no dispone de autonomía. Como dice Vinicius: ser sólo suyo hasta morir. Tendremos un dueño y protector, ese es el premio.
Continuando con la literatura, podemos visitar a nuestro vecino Pablo Neruda: “Me gusta cuando callas porque estás como ausente / distante y dolorosa como si hubieras muerto”. Maravilla de poema, ¿no? Me deja… muda, sin palabras. Todo lo que el poeta quería, ¿no?
Volviendo a la vida cotidiana, esta mala educación, produce un cheap en muchas de nuestras madres que dice: “Ay nena, con ese carácter – léase rebeldía - nadie te va a querer”, entiéndase, te vas a quedar sola. Y después de ver todo lo que nos puede pasar si alguien no nos quiere, acaban mutilando la rebeldía de muchas mujeres y cambiándola por manos de tijeras. Así, en lugar de tener una desorganizadora, el sistema gana una cómplice. Mi madre me decía siempre que mi problema, era que yo pensaba mucho y eso que ella no era el prototipo de la sumisión.
¿Queda claro – siguiendo las enseñanzas wittignianas - por qué no me identifico como mujer y sí como lesbiana? ¡Con L de LIBERTAD!

Cómo nombrarnos
Cuando recibí la convocatoria de la Celebración de las Amantes, en la primera lectura rápida, en lugar de leer Anarquía relacional, leí anarquía amorosa y  me quedé con esa idea. Me gustó porque no incluye la palabra amor (por esa razón le escapo al término poliamor, siento que de alguna manera volvemos a caer en sus redes, así como ya no me identifica el término amor libre), hablar de amorosidad en las relaciones, más allá de con nuestra compañera sexo-afectiva, es un término más amplio, más comunitario, más de vida. Me da la sensación de que abarcara el todo.  También es positivo, cosa que la Ruptura de la Monogamia Obligatoria – RMO, como yo llamaba a esta lucha, rompe pero no propone. Es necesario, para un primer paso, poder detectar lo que no queremos para poder buscar lo que deseamos y ahí, viene la anarkía amorosa y nos abraza.
Esta búsqueda de rever cómo relacionarnos, tanto afectivamente, como sexualmente, representa la lucha más radikal que puede enfrentarse a este sistema patriarcal capitalista. Porque nos atraviesa el cuerpo, entra en nuestros sentimientos y se refleja en nuestras acciones llevando a la práctica el mayor lema feminista: lo personal es político.

Barajar y dar de nuevo
¿Se puede, ideológicamente, estar del lado del sistema, trabajar a consciencia para engordar el capital, e intentar al mismo tiempo destruirlo amorosamente? Si viviéramos en una comunidad sin propiedad privada en su fuerza de producción, ¿tendríamos los mismos problemas?
Siguiendo el principio de lo que esta mujer normativa pretendía de mí, era que yo saliera de mi casa y me fuera a vivir sola. Entonces, a ver si entendí bien, yo debería trabajar más horas para el sistema capitalista, para pagar un alquiler y más impuestos para así poder destruirlo mejor. ¿Es eso? ¿O será que el sistema, a través de una chica linda, pretendía fagocitarme? ¿No suena incoherente? ¡Cuidado! El enemigo trata de meterse dentro nuestro todo el tiempo, a veces lo consigue, otras, no tan fácilmente. En ciertos casos, algunas “infiltradas” pueden vestir cuerpos “rebeldes” llenos de tatuajes y pearcings, recordemos que ellos no representan una ideología en sí, al contrario, muchas veces puede caerse en la rebeldía controlada por el sistema capitalista, quien exige consumo   a cambio de una aparente desobediencia, al mismo tiempo que mira mal a quien no se depila pues, entre otras cosas, su revuelta no aporta al capital, a la industria de la depilación, peluquerías, Salones de “belleza”, etc. Al contrario, deja de consumir precisando trabajar menos para el sistema tendiendo más tiempo LIBRE para pensar, leer y aKtivar.
Retomando. Las trampas para mantenernos controladas y calladitas son muchas. En lugar de vivir sola y seguir caminando hacia la individualidad, ¿por qué no pensar colectivamente? ¿Por qué a alguien que amé/o tanto, a partir de cerrar una relación amorosa la tengo que empezar a odiar, me tengo que pelear? Nuevamente la competencia, el sistema divide para reinar. Yo prefiero sumar que restar. Por suerte hay muchas referencias de mujeres que terminaron sus relaciones afectivo-sexuales y continúan viviendo juntas. Es necesario hablar de esto, vernos, darnos existencia para cuando el opresor nos grite en la cara que eso no es normal, una se sienta fortalecida y diga, ¿y a mí qué con tu normalidad? Por eso, agradezco estos espacios que tanto nos fortalecen, donde nos podemos mirar a los ojos, reconocernos, escuchar nuestras voces, conocer nuevas his/herstorias, sentirnos.
Creo muy importante volver a un punto que me parece crucial, el de la ética feminista y los cuidados entre nosotras. Observarnos. Por eso hablaba antes de la amorosidad que nada tiene que ver con el amor romántico. Recordemos que fuimos criadas en una sociedad heterosexual, monogámica, capitalista que frente a nuestras rebeldías hará de todo para que nos cansemos y nos asimilemos a la manada. En nuestros espacios, en nuestras comunidades es importante tener claro que lo que queremos es romper, desarmar el sistema sin rompernos a nosotras mismas. En esta aventura maravillosa de las anarkías amorosas habrá tantas respuestas y propuestas como personas en el baile. Y recordemos que, aún entre las mismas actoras el tipo de música puede cambiar y así, tendremos que rever nuestros pasos y ritmos. Para ello, es importante estar comunicadas, expresadas; generar nuestros propios códigos. No hay fórmulas ni recetas; no hay modelos, aunque cada vez estemos creando más referencias.

Por todo esto me considero una pasajera en tránsito. Creo que la vida es una Gran Escuela a la que venimos a aprender, a errar, reaprender y poner los conocimientos en práctica. Nada es definitivo, por eso me siento en búsqueda permanente, en continuo movimiento, aunque no implique un constante equilibrio.


Porto Alegre, 30 de abril del 14

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