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sábado, 17 de julho de 2010

El club de la fraternidad



x marian pessah

En estos días en Brasil, solo se habla de un tema. Terminado el fervor del mundial, el futbol no abandona las primeras planas de los diarios, ni su lugar en los televisores. Ya no es la selección nacional, sino Flamengo, uno de los equipos más importantes de Río de Janeiro.

Hace casi un mes que Eliza Samudio, una modelo de 25 años, está desaparecida. Se sabe que fue amante del arquero Bruno Fernandes de Souza. Hace días que venimos asistiendo a la búsqueda de quien podría suponerse, estaba muerta. O para decirlo de otro modo, asesinada que no es lo mismo, ni es igual.

Lo vemos en la pantalla y parece una película de terror, pero es un nuevo feminicidio, asesinato de una mujer, alevosamente premeditado.

Luego de dos semanas empiezan a salir a la luz las primeras piezas del rompecabezas.

Bruno, un muchacho violento, ha osado enfrentar a la jerarquía máxima de su club de futbol. Sí, a quien lo preside. Resulta que es la primera vez en el país, que una mujer llega a tan importante y ¿masculino? cargo. ¿Nos sorprende que un macho la enfrente? No. Estamos acostumbradas que en esta sociedad patriarcal, primero viene hombre, luego, cualquier cargo de mujer.

Antes de que las cosas empeoraran, decidieron que el arquero le fuera atajar la pelota a otro club. Comenzaban a hacer los papeles con el Milan de Italia, cuando antes de partir, a Bruno se le ocurrió dejar la casa en orden. Se había cansado de “jugar” con su amante, con quien ya tenía un bebé de cuatro meses y la mandó guardar.

Le pidió ayuda a sus amigotes. Ellos la raptaron en Río de Janeiro. Una vez en la camioneta, un adolescente de 17 años, primo del jugador, le dio un golpe con un arma en la cabeza. Manchas de sangre dejan los vidrios salpicados al mejor estilo Pulp Fictions. Pruebas que ayudarían a revelar las piezas.

Una vez en la estancia, en el estado de Minas Gerais, le toca el turno a otro fraterno compañero, un ex policía “experto en matar”. Le ata las manos y la estrangula. Luego la cortan en pedazos, y es devorada por los hambrientos rotweiller; entrenados especialmente en comer carne humana.

Algunos diarios ya están llamando a Bruno de monstruo. Rita Laura Segato – antropóloga y especialista en temas de feminicidio - dice que llamarlo así es individualizar una acción que es colectiva. Ella quiere llamar la atención, de que no es un hecho aislado, ni una única persona que actúa. Bruno cuenta con la complicidad de sus amigos, del primo, del hermano y hasta de mi vecino, que decía que él sólo pretendía asustarla.

La discusión que tiene con Patrícia Amorim, su jefa, fue por motivos de violencia. Ellos defendían a otro jugador que le había pegado a su mujer.

Por otro lado, Felipe Melo, el mismo que fue expulsado en el último juego de Brasil por pegarle a un holandés, y hasta querer quitarle la pelota con la mano, en una conferencia de prensa internacional, al referirse a la pelota, se burlaba y la llamaba concheta. Es que la pateás, y la pateás y no sale de lugar. También están las que son como putas, las patéas y a ellas les gusta.

Un hermano del arquero es entrevistado. Habla de él con mucho orgullo, las palabras vienen del interior de una casa típica de la favela. Él lo defiende con lágrimas en los ojos, dice que las malas son ellas. La mujer siempre anda rodeada de malas compañías. Y su amante…

Nada nuevo bajo el sol. La culpa siempre será de las mujeres. Todo irá a explicar porqué merecieron la muerte. Así parece ser también entre otros jugadores, y hasta con el verdulero de la esquina, me lo cuenta una amiga indignada.

Esta vez el gol entrará derechito, no habrá arquero que pueda atajarlo. Hoy Bruno está encerrado en prisión de seguridad máxima, esperando la decisión del juez. También los amigotes.

¿Fin de juego?


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